Clint Eastwood y Dina Eastwood siempre han sido uno de los matrimonios más sólidos de Hollywood. Desde 1996 han estado casados y tienen una hija de dieciséis años, Morgan, que acompaña a su madre en el reality show Mrs. Eastwood & Company. Quizás el estrés o la acumulación de trabajo ha podido provocar que la depresión y la ansiedad hayan podido hacer estragos en su mente.
Clint Eastwood protagonizó hace algunos días un apoyo al partido republicano de su país bastante curioso. Hablándole a una silla vacía, en la que presuntamente estaba sentado el presidente Obama, fue comentándole varios aspectos de Estados Unidos y manteniendo un monólogo que fue aplaudido por los presentes.
Clint Eastwood ha pasado, afortunadamente, de ser Harry El sucio a convertirse en un director de cine de renombre internacional. Su seriedad y su buen hacer le han hecho merecedor de muchos premios cinematográficos. Quizás por eso nos extraña un poco la noticia que ha publicado TMZ sobre la familia del actor como protagonista de un reality show.
La ceremonia de la entrega de las Medallas Nacionales de las Artes de Estados Unidos se había aplazado por el lamentable tiroteo que acaeció a Fort Hood (Texas) en noviembre. En este caso, al ambiente estaba relajado y todos se sentían honrados de recibir tal galardón, todos los que fueron porque Clint Eastwood y Bob Dylan dieron "plantón" a Barack Obama.
Está de moda hacer listas con los más famosos, los más guapos o los más poderosos. De todos los gustos y colores hemos visto rankings que, lejos de ofrecernos una realidad generalizada, simplemente nos ofrecen ciertas opiniones particulares que nos sirven, solamente, como una curiosidad más dentro del mundo de la prensa.
El salto del mundo de la interpretación al de la política es algo que, en Hollywood, se da con relativa frecuencia. Los hay como Schwarzenegger que, en la actualidad, es el gobernador de California, también Clint Eastwood probó suerte unos años como alcalde. Pero no olvidemos que, dependiendo de las ambiciones de cada uno pueden llegar, incluso, a convertirse en presidente, de ahí aquel mandato, más con pena que gloria, del inolvidable Ronald Reagan. Digamos que la línea que separa prestar tu imagen en una película o hacerlo para una campaña electoral, es tan delgada que resulta, a menudo, imperceptible.
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