Carolina de Mónaco tendrá que acudir como testigo en un juicio contra su marido

Carolina de Mónaco tendrá que acudir como testigo en un juicio contra su marido

Escrito por: Sacra    16 septiembre 2009     2 minutos

A la princesa Carolina de Mónaco parece que le «crecen los enanos» o, lo que es peor, le aumentan los problemas íntimos en la soledad de su desamor. A la crisis de su matrimonio se le unen fantasmas del pasado que, todavía, quedan por solventar a fin de que la imagen del díscolo príncipe aparezca en buen lugar. Y es que, por muy poderoso que seas, o creas serlo, al final los malos actos acaban pagándose.

La princesa ha sido requerida, nuevamente, para prestar declaración en el juicio que se celebrará en la ciudad alemana de Hildesheim contra su, todavía, marido, Ernesto Augusto de Hannover quien, según los acusados, golpeó brutalmente al dueño de una discoteca en Kenia en el año 2000.

Y es que, el que resulta ser el heredero de la dinastía más antigua de Europa, está en el punto de mira judicial acusado de lesiones corporales graves. Algo que le ha valido una multa de 445.000 euros y que ha sido recurrida debido a la disconformidad del letrado con su defendido. Si en un principio se manifestó, como excusa, que el príncipe iba bebido y con un objeto en la mano, más tarde, Ernesto, tras despedir a su letrado, dijo que sólo le propinó dos bofetadas por negarse a bajar la música. La versión del propietario de la discoteca, por supuesto, es bien distinta: le agredió con un puño americano que a punto estuvo de causarle la muerte.

Este se trataría del tercer juicio que se celebra contra el marido de la princesa con relación al mismo hecho. En las dos ocasiones anteriores, Carolina también prestó su declaración aunque, no de forma pública. En ellas lo defendió asegurando que sólo le propinó dos bofetadas al portero de la discoteca. Cierto o no, lo que supone que es un lavado de imagen entre ‘las clases altas’, para la mayor de las princesas monegascas además, en esta ocasión, es una vuelta de tuerca más para su débil situación marital.

Vía | El Mundo

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