La reina de Inglaterra y la vida de lujo de sus perros

La reina de Inglaterra y la vida de lujo de sus perros

Escrito por: dlopez    7 junio 2020     2 minutos

Isabel II es una amante de los corgis, pero nadie podría llegar a pensar que les daba una vida de lujo descubierta ahora por un extrabajador.

Isabel II es una amante de los corgis, pero nadie podría llegar a pensar que les daba una vida de lujo descubierta ahora por un extrabajador. Darren McGrady se ha pasado los últimos 15 años en Buckingham trabajando como cocinero, como él mismo comenta en un vídeo en Youtube.

«Al ser contratado nunca pensé que iba a cocinar para los perros de la reina. Tenía que cocinar para los Royal Corgis comida fresca cada día. De hecho, tienen un menú diario para elegir».

Isabelii Perros

«Los dos perros corgi (denominados por el servicio Doggie 1 y 2) duermen en una cesta de mimbre en una habitación propia y disponen, cada uno de ellos, de un lacayo. En el menú incluía conejo, pollo, riñones, ternera, col y arroz. La carne la tenía que cortar en dados muy finos y tenía que deshuesarla de forma exhaustiva para evitar que se atragantase. En ese caso, habría tenido un problema real».

Tras preparar el menú, los lacayos llevaban a los perros ante la reina para que ella misma les diera de comer. McGrady comenta que los perros de esta raza llevan con la reina desde 1993. «A la reina le regalaron un corgi cuando cumplió 13 años y desde entonces ha tenido unos 30».

«Cuando yo trabajaba en Buckingham tenía 12. Ahora solo tiene dos, un cruce entre corgi y dachshund, se llaman Vulcan y Candy. William solía decir que ladraban todo el tiempo y Harry que llevaba 33 años viendo cómo le ladraban continuamente».

«La primera vez que vi a la reina y a los perros estaba en el castillo de Balmoral, junto al río. Les pude ver a lo lejos y me puse nervioso. Pensé que iba a ser algo que mereciera la pena. A medida que se acercaba, los perros comenzaron a correr hacia mí ladrándome. Me asusté mucho y salí corriendo de allí. La reina no paraba de reírse, le pareció muy divertido».

«Recuerdo que en Sandringham puse un solomillo Wellington al horno y no vi a uno de los perros que estaba por allí intentando comer algo. Di un paso atrás y por poco no me rompo la crisma ya que tenía la bandeja con la carne en la mano. Era habitual que los perros estuvieran entrando y saliendo de la cocina todo el tiempo». Curioso comentario el de McGrady, esperamos tus comentarios al respecto.

Vía | Page six

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