Jorge Javier Vázquez y su opinión sobre la boda de Isa Pantoja
Jorge Javier Vázquez comenta en Lecturas qué le ha parecido la boda de Isa Pantoja y Asraf Beno en la que ejerció como padrino. En realidad, a lo que él asistió fue a una pantomima, ya que la boda real se celebró en el juzgado días antes, pero bueno.
Comenta, muy a su manera, que «tuve la oportunidad de pasar un par de horas con la novia antes de que se iniciara la ceremonia. Qué nerviosa estaba. No podía ni hablar. Sobre todo momentos antes de encontrarse con Asraf. Yo le decía: ‘Isa, son nervios buenos, disfrútalos’. Y ella asentía, me decía que sí como para hacerme ver que me iba a hacer caso, pero no tengo yo muy claro que mis palabras lograran calmarla. ‘Además –proseguía yo–, menos mal que estás nerviosa. Imagínate que el día de tu boda no sientes nada, pues menudo rollo’».
Añade Vázquez que «lloré mucho durante el enlace. Y mira que no pensaba yo que iba a hacerlo, pero es que todo lo que sucedió la tarde del viernes rezumaba verdad. Brilló por su ausencia el postureo, la pose, el bienquedismo. Salió a hablar Anabel Pantoja y ya se me puso un nudo en la garganta cuando hizo referencia al momento en el que conoció a Isa. Porque también a el que Isa apareció en nuestras vidas y me emocioné. La hemos visto crecer: cantando en un escenario con su madre, siendo una mocosa; paseando junto a ella de adolescente, timidísima; disfrutando de las ferias con pasión. Incluso hemos sufrido cuando la hemos visto un poco perdida. Aunque ahora, con perspectiva, la época loca de Isa P. podría publicarse, con alguna que otra salvedad, en una hoja parroquial. Tampoco ha sido para tanto».
Considera ejemplarizante la actitud de Isa al indicar que «es un ejemplo de cordura y templanza. Podría haber escogido el camino del escándalo e inflarse a protagonizar exclusivas poniendo de hoja de p rejil a la plana mayor de la estirpe de los Pantoja. No lo ha hecho porque sabe que, protegiendo a su familia, se protege también a sí misma. Porque la vida también va de esto: de sufrir lo menos posible».
«Dijo Isa al terminar la ceremonia que todos los que estábamos allí ocupábamos un lugar en su corazón. Hablo por mí: también Isa ocupa un lugar en el mío. Le tenía cariño antes de conocerla y ahora que la conozco un poco más deseo que sea muy feliz con Asraf y su hijo. Está rodeada de gente que la quiere y que se preocupa por ella. Lo noté el día de la boda. Isa es una mujer muy afortunada. Algo tendrá el agua cuando la bendicen».
Concluye que «a las once de la noche entro en mi casa y está P. esperándome. Cuando estuve con él jamás se nos pasó por la cabeza la idea de casarnos porque ninguno era partidario. Pero después de lo que he visto hoy, pues yo qué sé. A lo mejor, quién sabe, si apareciera alguno que me lo pidiera. Aunque no sé yo, porque me pasaría toda la ceremonia llorando como una magdalena. Igual le doy una vuelta a la idea. Ahora que lo pienso, tampoco estaría de más que para casarme apareciera un pretendiente». Esperamos tu opinión al respecto de estas declaraciones.
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